Hacemos TNR. Hacer TNR es una gestión de amor, amor y respeto. Amor al oficio, a lo que se logra con este proceso, y respeto, por estos nobles gatos que ciertamente no buscaron estar en esta situación de tanta desventaja. Gatos que han sobrevivido , se han adaptado y han aprendido a vivir lo que les tocó vivir, producto del abandono, de la indolencia, de la ignorancia, del olvido.
Los gatos ferales son seres magníficos, son simplemente gatos con una personalidad diferente, una personalidad extrema y no cualquiera es capaz de apreciarlos en su esencia. La vida en la calle es dura, y puede ser realmente brutal. Con este proceso de TNR tenemos una oportunidad única de frenar la reproducción de estos gatos en esta situación límite, mejorarles radicalmente la calidad de vida, contribuir a reducir los conflictos entre vecinos, colaborar en la gestión de salud pública. Es decir, tenemos en nuestras manos la posibilidad de hacer tantas cosas buenas con un pequeño, y a veces no tan pequeño esfuerzo, pero que sin duda vale totalmente la pena.
Hacer TNR debiera entonces ser hecho teniendo eso en mente, siempre. Los resultados jamás serán los mismos si se realiza esta labor como un trámite, como una obligación. Es si un deber moral, intentar reparar todo el daño causado a estos animales , pero jamás debiera ser una tarea impuesta pues la atención a los detalles es clave para lograr un resultado óptimo.
Para quienes realizamos esta labor, se podría decir que estamos en una situación de privilegio, donde tenemos una ley que no solo indica que el TNR es el único método que se puede considerar para realizar el control de una colonia de gatos, normativa que es casi única a nivel mundial, ya que aplica a cualquier colonia en cualquier tipo de recinto, sin embargo falta mucho por avanzar ya que el desconocimiento de la misma regulación, de los alcances de la ley y de como se ejecuta e implementa son una traba al intentar avanzar más rápido o de manera más global.
Entender además que, si bien, al menos para nuestro pequeñísimo grupo es una labor tremendamente satisfactoria, al completar el proceso con ese gato o esa familia de gatos, sería infinitamente mejor y más satisfactorio que la necesidad no existiera siquiera. Es decir, lo hacemos porque debemos hacerlo y nos llena el alma poder realizarlo, pero estaríamos ciertamente más complacidos si no necesitáramos hacerlo del todo. Y es así que cobra especial importancia la prevención, del abandono, del olvido, del hacer gestión porque es obligación y no por el fondo.
Queda mucho por enseñar, por educar, difundir y ciertamente mucho por reparar, del gran daño causado a miles de gatos.